Las obras artísticas generadas en la Expedición Malaspina fueron realizadas por un conjunto de pintores y dibujantes que fue variando a lo largo del tiempo que duró la empresa. Su labor quedó reflejada en los más de 800 dibujos que se realizaron durante esos años. En este micrositio se podrán estudiar los más de 350 dibujos que están digitalizados en la Biblioteca Virtual de Defensa y que pertenecen a los fondos del Archivo del Museo Naval.
Fueron dos los pintores que salieron desde Cádiz en julio de 1789, uno en cada corbeta: José del Pozo y José Guio. Estos dos pintores estuvieron en la primera parte del viaje, puesto que se les licenció en El Callao y en México respectivamente. Para sustituirles se mandó venir a los dos siguientes pintores oficiales, ambos italianos: Fernando Brambila y Juan Ravenet. Mientras se esperaba la incorporación de estos, se contrató a Tomás de Suria, grabador de la Casa de la Moneda de México, que permaneció en la expedición medio año. Además, hay dos pintores de la Academia de San Carlos, de México, que colaboraron con los naturalistas en sus distintas incursiones: José Gutiérrez y Francisco Lindo (del cual no tenemos ningún dibujo en esta colección). Por últímo nombrar a José Cardero, que embarcó como marino, pero que destacó como pintor a lo largo del viaje.
Además, en esta colección aparecen algunos bocetos de Antonio Pineda, naturalista principal de la expedición y de Felipe Bauzá, principal cartógrafo, del que conservamos algunas vistas y apuntes etnográficos.
Pintor procedente de la Real Escuela de las Tres Nobles Artes de Sevilla, fue contratado en junio de 1789 como pintor de la expedición, como muestra este oficio del ministro Valdés a Malaspina comunicándole la aprobación de José del Pozo como pintor de perspectiva en la Expedición. Entre su producción encontramos dibujos de animales, vistas y retratos etnológicos. La actitud del pintor chocó con Malaspina y, tras varias amonestaciones, fue finalmente desembarcado en El Callao con orden de su vuelta a España, aunque no regresó, aun teniendo a su familia esperando, y fundó una escuela de pintura en Lima.
Dentro de esta colección hay incluidos 30 dibujos suyos.
Este pintor madrileño se dirigió directamente al ministro Valdés para ofrecerse como pintor especializado en botánica y en disección. Además, conocía personalmente a Antonio Pineda, naturalista de la expedición, que informó favorablemente sobre él, por lo que finalmente fue contratado. Su labor fue muy alabada, pero Malaspina decidió licenciarlo en México, puesto que no quería un pintor especializado en botánica, sino pintores de retratos y perspectivas. Aun así, su producción tanto de dibujos de animales y plantas, como de disecciones fue muy extensa, como podemos ver en la relación de trabajos realizados por él. Volvió a España a finales de 1791.
En esta colección se incluyen 15 de sus dibujos.
Pintor italiano procedente de Parma. El interés de Malaspina por este pintor italiano se remonta a los preparativos de la expedición, pero, como hemos visto, se decantaron por los pintores españoles José del Pozo y José Guio. Finalmente fue contratado en marzo de 1791 para sustituir a Guio y del Pozo. Ravenet y su compatriota Brambila parten desde La Coruña a Veracruz para incorporarse a la expedición.
De vuelta a España permaneció en la corte poniendo en orden su obra, que no satisfizo a sus contemporaneos. Ante las dificultades que ponían los grabadores con algunos de sus dibujos, se contrató a Luis Claver, artista valenciano, para su arreglo antes del grabado.
En esta colección se incluyen 50 obras de Ravenet.
Es considerado el mejor pintor de la expedición. Fue contratado a la vez que su compatriota Ravenet y, junto a él, partió desde España a México para incorporarse a la expedición. Tenía 28 años y hasta entonces residía en Milán donde ejercía como pintor. Especialista en perspectiva, tuvo un gran dominio del dibujo de paisajes y conjuntos urbanos. Su misión fue la de dar una visión lo más exacta posible de los pueblos, puertos y ciudades que visitaban.
A la vuelta de la expedición, Brambila se quedó en Madrid a instancias de Malaspina para ordenar el material generado. Un año y medio después eleva una instancia a la Corte para que se le emplee como pintor de perspectiva, instancia que fue aceptada.
En esta colección se incluyen 35 de sus obras.
Madrileño, se matriculó en la Academia de San Fernando con 12 años y con 17 marchó a México de la mano del maestro Jerónimo Antonio Gil, que tenía como encargo fundar una escuela de grabado. Suria quedó desde entonces ligado a la Casa de la Moneda de México como tallador.
Su incorporación a la Expedición Malaspina se produce tras la licencia de los dos primeros pintores oficiales, Guio y del Pozo, y hasta la llegada de los pintores italianos. La contratación se hizo por medio del Virrey de México, como vemos en esta carta.
Suria embarca en marzo de 1791 en Acapulco y los acompañará en su viaje por las costas del noroeste americano hasta la vuelta a Acapulco en noviembre de ese mismo año. Sus dibujos más interesantes son los etnográficos de los pueblos de Mulgrave y Nutca. Además de los dibujos Suria elaboró un diario con múltiples bocetos que se encuentra digitalizado en la biblioteca de la Universidad de Yale.
En esta colección se incluyen 29 de sus obras.
Malagueño, antiguo alumno de la Academia de San Fernando, estudiaba arquitectura en la Academia de San Carlos cuando la Expedición Malaspina llega a México. Es entonces cuando el director de la academia solicita a Pineda que permita a dos de sus alumnos acompañarle en sus excursiones, para que puedan aprender nuevos conocimientos.
Gutiérrez realizó una serie de borradores de vistas, donde se pueden apreciar su condición de alumno de arquitectura.
En esta colección se incluyen 7 de estas obras.
Embarcó en Cádiz en julio de 1789 como marino de la Descubierta y se inició con la pintura a lo largo del viaje. Tras la ausencia de Pozo, Malaspina decidió integrar a Cardero en el equipo de artistas que trabajó colaborando en los dibujos de historia natural así como en vistas. Fue muy importante la influencia que tuvo Suria en Cardero, al que consideraba su maestro. Tras la vuelta a Acapulco desde el noroeste americano, Cardero pasó a la comisión dirigida por Cayetano Valdés para examinar el estrecho Juan de Fuca.
Tras la vuelta a Madrid estuvo trabajando en la revisión de los dibujos y más tarde fue nombrado contador de navío con destino en Cádiz. No hay más información sobre posibles obras posteriores.