La llegada de los Borbones a España significa un cambio total de rumbo en la política naval española. Felipe V consciente de la importancia de recuperar el poder naval, prestara una atención muy especial al fomento de la marina. Los sucesivos“Planes de Armada” puestos en marcha por Patiño, Ensenada y Valdés, impulsarán un completísimo programa naval que comprenderá desde la formación científica de los oficiales hasta la creación de una potente infraestructura institucional, concentrada en Cádiz, en su mayor parte.
Se logra así una inteligente y eficaz renovación de la Armada que era imprescindible al Estado para retomar y reforzar el control de la administración ultramarina.
Hasta 62 expediciones marítimo científicas patrocina la Corona española, la mayor parte hidrográficas, entre 1735 y 1805. Pero sin duda, donde se pone de manifiesto más claramente el esfuerzo del Estado borbónico por lograr ese control es en la gran empresa político- científica de ámbito mundial dirigida entre 1789 y 1794 por Alejandro Malaspina y José Bustamante y Guerra, dos relevantes oficiales ilustrados que emprenderán su larga derrota en dos excelentes corbetas de nueva fábrica, la Descubierta y la Atrevida, con amplias bodegas, magníficas condiciones marineras y capacidad para 102 hombres cada una de ellas.
Esta extraordinaria empresa marítimo – científica, reconocida hoy por la comunidad científica internacional, como la más importante del gran siglo ilustrado, reúne los ideales intelectuales políticos y científicos de nuestra tardía Ilustración. Con ella culmina la última expansión marítima española de la Edad Moderna.
La generosa dotación de medios técnicos, hombres de élite y financiación puesta a disposición de esta expedición por la Corona es realmente espectacular. No cabe duda ninguna que el Estado intento, a través de ella, un definitivo conocimiento de la realidad ultramarina así como de los recursos que todavía podían arbitrarse para asegurar la hegemonía española en el Pacífico y el control administrativo del imperio.
La abrumadora documentación relativa a este viaje que se conserva en el Archivo del Museo Naval (Madrid) y otras instituciones, hace posible estudiar con todo detalle tanto su organización como el desarrollo de las diversas tareas a lo largo de los casi cinco años de derrota y así mismo los resultados obtenidos.
La amplitud de las tareas científicas abordadas por la expedición causan autentico asombro: astronomía, hidrografía, botánica, zoología, mineralogía y estudio comparado del suelo, minería y sus técnicas, estudios sobre la historia prehispánica, etnografía indígena y sus lenguas, farmacopea, salubridad ambiental, recursos vivos y minerales, caminos y comunicaciones, historia antigua y fundación de ciudades, acuñación de moneda, urbanismo, impuestos, tráfico marítimo, aduanas construcción naval, pesca defensas y fortificaciones, universidades, hospitales, censos eclesiásticos y de población, además de un exhaustivo estudio físico- geográfico y etnográfico y cientos de representaciones artísticas de ciudades, animales, plantas y tipos humanos de cuantos lugares visitaron.
Si tenemos en cuenta que los expedicionarios recorrieron en su extensa derrota: Montevideo, Rio de la Plata, Patagonia, las Malvinas, las Aurora (Casi en latitudes antárticas), Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Nicaragua y Centroamérica, México, California y la Costa NW hasta Alaska, los archipiélagos de Marianas, Filipinas, Vavao, Macao, Nueva Zelanda y Australia, podemos deducir que la documentación de este viaje- útil para todos los campos de la investigación histórica- constituye sin duda una de las más valiosas y completas fuentes de información para el conocimiento del gran siglo ilustrado.
La publicación final con arreglo al plan redactado por Malaspina a su regreso hubiera sido, de lograrse, el más digno y elocuente colofón de esta gran empresa ilustrada en la que ciencia, razón, universalidad, utilidad social y objetivos políticos se habían combinado de forma admirable.
Incomprensiblemente esta “empresa de estado” fue silenciada una vez concluida por el propio Estado que la hiciera posible. Las ideas liberales críticas y reformistas acuñadas por Malaspina respecto a la administración del imperio ultramarino y las políticas de alianzas europeas del todopoderoso Godoy, lo enfrentan a éste que logra el encarcelamiento del ilustre marino y ordena el secuestro de todos los materiales y objetos científicos de la expedición que quedaron en la Secretaría de Marina hasta finales del siglo XIX, pues aunque Godoy no se opuso a la publicación solicitada por Bustamante y Guerra, muy poco después de la caída de Malaspina, ya no fue posible a causa de la terrible quiebra económica del estado hacer frente a la costosa publicación completa del viaje. Tan solo vieron la luz en la época la esplendida cartografía grabada por la Dirección de Hidrografía, los resultados astronómicos, la botánica, publicada en parte por Cavanilles en el Jardín Botánico de Madrid a partir de los pliegos de Nee depositados en esta institución y el Viaje de las Goletas Sutil y Mexicana que demostraba la inexistencia del célebre paso del NW incansablemente buscado por españoles, franceses e ingleses. Son materiales todos ellos de alto valor estratégico para el gobierno.
Así termina esta aventura colosal, cuya documentación es hoy fuente fundamental para la historia de medio mundo. De ahí el interés enorme de este proyecto de difusión en la red que hoy aborda el Ministerio de Defensa en su incansable esfuerzo por difundir la historia marítima de España.
Para más información puede consultar el Catálogo crítico de los documentos de la Expedición Malaspina (1789-1794) del Museo Naval