Clausewitz y la Gerra del Golfo

Notas: "Al cabo de los años y tras haberse hablado de la superación de las teorías de Clausewitz, éstas recuperan, una vez más su vigencia. Al fin de la Primera Guerra Mundial se comprobó que el número de bajas en Verdún, Marne y el Somme excedía con mucho los márgenes de lo tolerable sin haber obtenido a cambio ninguna ventaja estratégica o táctica. El viejo concepto de que el fin de la acción guerrera era dejar indefenso al enemigo no era del todo cierto. La Segunda Guerra Mundial puso de manifiesto que el no seguimiento de los principios de Clausewitz conducía al desastre. En Corea y Viet Nam fue de nuevo olvidado y constituyeron duras lecciones para el mundo occidental. En el reciente conflicto del Golfo ha sido diferente. La guerra tiene sus leyes, su dinámica y sus principios y no se pueden ignorar unas y otras sin sufrir las consecuencias. En Corea y Viet Nam se cometieron errores que en Irak no se han repetido. En las guerras asiáticas se ignoró que la guerra es la continuación de la política por otros medios; tampoco se tuvo nunca claro lo que se pretendía conseguir desde el punto de vista político, ni lo que había que conseguir para considerar ganada la guerra; tampoco se supo localizar el núcleo de fuerza en el que se concentra toda la capacidad del enemigo y contra el que hay que actuar y por último no se pudo evitar rebasar el punto crítico de la victoria. En el Golfo no ha sucedido nada de eso. Desde las primeras acciones estaba muy_claro el objetivo político: impedir que un dictador mantuviese el control de una zona vital para occidente. En consecuencia se comenzaron las acciones contra el centro de gravedad enemigo: su capacidad militar. Era la guerra subordinada a la política, la eterna lección de Clausewitz. Una vez iniciadas las acciones militares era importante conseguir el máximo partido de la situación con el mínimo de bajas y que al finalizar el conflicto las condiciones de estabilidad en la zona fueran mayores que las que se daban cuando de inició Los políticos dejaron la parte técnica en manos de los militares, pero sin perder el control de la situación. Se inició una campaña para justificar, ante la opinión pública, la continuación de la ofensiva aérea que tan buenos resultados estaba dando y que, al fin, terminaría por anular a las fuerzas armadas irakíes. Una vez conseguido ésto, y aunque en realidad era innecesaria, se lanzó una ofensiva terrestre que alcanzó sus objetivos sin sufrir más bajas de las que habían tenido en unas maniobras de gran envergadura. Era ante el mundo, la prueba irrefutable de que el ejército irakí no estaba en condiciones de hacer nada. Si todo resulta bien se podría tener comunicaciones móviles a bajo precio en todos los rincones en menos de diez años. Un paso más para incrementar el sentimiento de globalización y, cada vez más cerca, de la explotación comercial de las capacidades que el espacio pone a nuestra disposición"