Sección: Publicaciones de Defensa
Título: Las Kaiserliche Marine y Kaiserliche und Königliche Kriegsmarine, el botín de los vencedores / Albert Campanera i Rovira
Autor: Campanera i Rovira, Albert
Notas: Bibliografía
Resumen: Este artículo trata sobre qué fue de los buques que sobrevivieron a la Gran Guerra, oficialmente concluida con la firma del armisticio entre las potencias aliadas y los imperios centrales el 11 de noviembre de 1918 en el bosque de Compiègne. Una de las condiciones del armisticio fue exigir la entrega de todos los submarinos, sin posibilidad de retorno a sus bases, conminándolos a dirigirse al puerto de Harwich, pues éstos se habían convertido en una obsesión para algunos políticos aliados. Llegar a un acuerdo sobre qué hacer con la Flota de Alta Mar no fue posible hasta unos meses más tarde. La misión de conducir a la Flota de Alta Mar al internamiento, no a la rendición, fue encargada al almirante David Beatty; el almirante Rossling Wemyss sugirió que fuera conducida a Scapa Flow con dotaciones reducidas, siendo aceptado por el Almirantazgo; los submarinos arrumbarían hacia Harwick; concentrada la Flota, abandonó sus bases de Kiel y Wilhelmshaven al día siguiente de la firma del armisticio, al mando de Ludwig von Reuter. Mientras se dilucidaba el destino de los buques, el desacuerdo entre los aliados era manifiesto; franceses e italianos exigían una cuarta parte de los buques, botín al que también aspiraban japoneses, belgas, rumanos, portugueses y el Estado Serbio-Croata-Esloveno, que sería conocido como Yugoslavia en 1929; los británicos querían destruirlos, conscientes de que cualuier reparto sería perjudicial para su dominio naval, hegemonía que tenía que compartir con la US Navy, auténtica ganadora de la contienda. Von Reuter informó de su intención de hundir los buques, antes que entregarlos. En el aspecto político, era evidente que los vencedores pretendían repartirse la Flota, ofreciendo a cambio mejoras en las cláusulas de paz; cuando Von Reuter se enteró de los acuerdos del Tratado de Versalles y el rechazo de estos por Alemania, seguido del ultimátum aliado de reanudar la guerra si no era aceptado, dió orden de hundir la Flota, orden obedecida por 64 unidades; los 1.774 tripulantes fueron tratados como prisioneros de guerra por haber roto los términos del armisticio; los buques salvados en aguas someras fueron repartidos entre los aliados; en este reparto no participaron belgas, italianos, portugueses, italianos ni el nuevo Estado Serbio-Croata-Esloveno. Por otra parte, debido al peligro generado por el hundimiento de dichos buques, la navegación de pesca y cabotaje se resintió, hasta que en 1923 el empresario Ernest Cox compró al Almiratazgo los derechos para reflotar algunos SMS y 26 de los destructores hundidos; con el inicio de la Seguda Guerra Mundial los trabajos se suspendieron y con posterioridad no han existido nuevas iniciativas para reflotar más buques. Aparte de los buques enviados a Scapa Flow y de los submarinos confinados en Harwick, loa aliados exigieron la entrega de algunas unidades que habían permanecido en sus bases. Por su parte, los cruceros FS Strasbourg y Metz participaron en las operaciones de apoyo en el desembarco de Alhucemas en 1925, permaneciendo en activo hasta 1929 y 1930. Mención aparte merece el crucero ligero Strassbourg, cedido a la Regia Marina Italiana que lo rebautizó como Taranto; en 1938 el vicealmirante Juan Cervera presionó al gobierno italiano de nuevo para poder adquirirlo, pero sin conseguirlo; en 1936 estuve crucero fue objeto de una modernización, para adaptarlo a los cometidos coloniales; en cuanto a los destructores, Francia se adjudicó 10 unidades recicladas y rebautizads y 44 sumergibles; Bélgica recibió 14 torpederos, que recicló como patrulleros. Parte importante lo constituyen los avatares de las unidades supervivientes de la Kaiserliche und Königliche Kriegsmarine, que llegó a ocupar el quinto puesto en el ranking mundial. Por otra parte, la situación interior del Imperio austro-húngaro se encontraba en franca descomposición; el Imperio se estaba desmoronando por momentos y sumido en un caos; en febrero de 1918 la marinería se amotinó, reclamando mejores salarios y condiciones de vida; la rebelión fue reprimida deteniendo a 800 marineros y a su líder. El emperador Karl I, presidido por Karl Renner, ofrece su rendición a las potencias aliadas y asociadas en octubre de 1918, llegando a un acuerdo en Villa Giusto (Padua) y firmándose la rendición el 3 de noviembre, ocho días antes de la firma del armisticio en Compiègne; en él se exigió a los austro-húngaros que entregaran, el 6 de noviembre, tres acorazados, tres cruceros ligeros, nueve destructores y quince submarinos, que debían rendirse en Venecia. al perder todo el Imperio sus costas, el emperador Karl I, ordenó que toda su flota fuera entregada al nuevo consejo Serbio-Croata-Esloveno el 32 de octubre; como no había personal de marineria, se decidió que permaneciera en la base de Pola. Los italianos atacaron la base de Pola el 1 de noviembre de 1918, y hundieron el acorazado Viribus Unitis con un torpedo; la confusión de aquellos primeros días de noviembre fue aprovechada por los italianos, que expulsaron a los representantes del nuevo Estado; el 23 de marzo de 1919 los italianos condujeron una parte significativa de la KuK a Venecia para formar un gran desfile militar. Los buques de la antigua Kuk no fueron internados, siendo puestos bajo custodia hasta que se dilucidara su destino en el Tratado de Versalles; loa alemanes no furon invitados a las reuniones, siendo conminados a firmar bajo la amenazade reemprender acciones bélicas cruzando el Rhin. Por su parte, los acorazados no fueron reciclados, desguazándose entre 1920 y 1926, en la primavera de 1919, el Consejo Naval no estaba interesado en los flecos del Kuk, ordenando que fuera desguazados en el pazo de un año, excepto algunas pequeñas unidades que fueron entregadas a Grecia, Portugal y Rumanía. De todo este reparto, el gobierno del Reino de Serbia-Croacia-Eslovenia resultó el gran perdedor, pese a que el gobierno austro-húngaro le había cedido todas las unidades, instalaciones y bases. Para terminar, no se debe olvidar que si bien la mayoría de los buques fueron desapareciendo con el paso del tiempo ondeando otras banderas, no ocurrió lo mismo con su artillería y otros equipos, la mayor parte fue desmontada y guardada en los arsenales, antes de ser desguazados o hundidos. Durante el curso de la Segunda Guerra Mundial parte de la artillería del famoso Muro del Atlántico tuvo esta procedencia, a la que hay que añadir la de grandes piezas procedentes del desguace de los buques de la Flota rusa blanca en Bizerta.
Registros relacionados: En: Revista general de marina. - Madrid : Depósito Hidrográfico, 1877- = ISSN 0034-9569. - 01/08/2014 Volumen CCLXVII agosto / septiembre - 2014 , T. 267 (ag.-sept. 2014), p. 379-401
Materia / lugar / evento: Guerra Mundial
Buques
Armisticio
1914-1918
Alemania
Tipo de publicación: Artículos y Capítulos