Guerra grande, guerra chica

Notas: Resumen: En este artículo el autor trata de identificar una metodología que permita identificar los esfuerzos que la Armada dedica a las situaciones propias de los conflictos de alta intensidad en relación con los destinados a la seguridad marítima. Como estos medios de la Armada no operan aislados de los otros ejércitos, conviene extender a ellos la metodología empleada para ponerlos en un contexto general. En esto subyace la idea de especializar permanentemente tanto a unidades como a personal de la Armada, diferenciándolos, sin prejuicio de que en una determinada situación operativa, los medios dedicados a uno puedan de ellos puedan actuar en el otro. Este trabajo trata de averiguar cuánto esfuerzo conceptual y material dedica la Armada a cada uno de ellos, tratando de huir de juicios de valor previos. Se trata de valorar más la operatividad que los otros factores que representan los medios económicos y humanos que la posibilitan. Es necesario, según el autor, definir, además, una estrategia que permita identificar un número limitado y razonable en situaciones sobre las que planear. Cuando se plantee la intervención de los medios militares en una determinada situación específica, dentro de la compleja época de la globalización que estamos viviendo, probablemente no pueda calificarse como puramente de alta intensidad o de guerra irregular. Por lo tanto, es importante ser conscientes de cómo están preparadas las Fuerzas Armadas para estos dos ámbitos y cuál de las instituciones es la más idónea para poder realizar el esfuerzo principal que nos podrá ayudar a enfocar estratégicamente dicha situación concreta que pueda surgir en el futuro. Para terminar, los escenarios podrán ser muy diferentes en cuanto a su definición, pero ambos exigen que las personas que dotan aeronaves, buques y batallones de la Armada y de los otros dos Ejércitos sean siempre de primera categoría.