A finales del siglo XVI, la recepción diaria de noticias relativas a nuevos territorios genera una demanda de repertorios geográficos con la localización y descripción de esos territorios por parte de la élite social, cultural y mercantil del momento. El producto que vino a satisfacer esa demanda, y con el que se inicia la comercialización del saber geográfico, fue el atlas, símbolo además de la identidad nacional. La abundancia y riqueza de la información que contienen y su lujosa presentación ornamental son la clave de su éxito. Con los atlas surge una industria editorial potente y próspera, primero en Italia y más tarde en los Países Bajos y Francia.
El Archivo Geográfico y de Estudios Geográficos del Centro Geográfico del Ejército conserva una destacada colección de 291 atlas (algunos facticios) de los siglos XVI al XIX. 16 se publicaron en el siglo XVI, 35 en el siglo XVII, 107 en el siglo XVIII y 133 en el siglo XIX. Se han digitalizado e integrado en la BVD 247, que suman más de 39.000 imágenes y son todos aquellos cuyo estado de conservación ha permitido su digitalización.
El más antiguo es una edición de 1507 de la Geographia del astrónomo alejandrino Claudio Ptolomeo. La traducción al latín de la Geografía de Ptolomeo fue un hecho clave en la emergencia de la cultura renacentista. Esta obra incluía un mapamundi y veintiséis mapas parciales que se consideran el antecedente más directo del atlas actual. Además de esta edición, se conservan dos ejemplares de las ediciones de 1535 y 1541 realizadas bajo la dirección del médico y humanista Miguel Servet que aparece bajo el seudónimo de Michaele Villanovanus.
Otra obra importante, de la que se conservan ejemplares de cinco ediciones, entre ellas uno de la edición príncipe de 1570, es el Theatrum orbis terrarum del flamenco Abraham Ortelius, considerado el primer atlas de la historia y también el primero con homogeneidad en formato y estructura. Con esta obra se inicia el despegue de la prestigiosa escuela de los Países Bajos. No faltan en la colección ejemplares de los más destacados editores y familias: Braun, Hondius, Janssonius, Mercator y la familia Blaeu, propietaria de la imprenta mas moderna de Europa. Blaeu, enfrentado con Janssonius, es el autor del libro más lujoso y caro del siglo XVII, el Atlas Maior, del que se conserva un ejemplar de la edición en castellano.
A partir del siglo XVIII los franceses toman el relevo de los Países Bajos y lideran la cartografía europea. En la colección del Archivo no faltan ejemplares de Nicolás Sansón, Guillaume Delisle o Jean-Baptiste Bourguignon d'Anville, entre otros. El fondo de atlas de los siglos XVIII y XIX, se diversifica y aparecen obras de editores ingleses, italianos, alemanes, rusos y españoles.
En esta época empiezan a aparecer atlas de temática muy variada: de historia, marítimos, de acontecimientos bélicos, itinerarios, de fortificaciones, astronómicos, urbanos, didácticos y de recreación de viajes científicos de personalidades tan célebres como Jorge Juan, Antonio Ulloa, La Condamine, La Perouse o Alexander von Humbolt.
Se trata de una colección que ofrece un amplio abanico de posibilidades de investigación y que merece ser difundido. Un fondo que hasta la fecha no ha sido muy demandado en parte por los grandes formatos y por la falsa percepción o creencia de un contenido exclusivamente geográfico-descriptivo, cuando, en realidad encierran una temática muy variada que sorprenderá a la comunidad científica y al público en general.