CIENTIFICA. 287 basta leer la historia de las epidemias que afligieron a varias ciudades de Francia desde el siglo X, y se notarán los diferentes síntomas que acompañaban á la gangrena por el centeno , llamada entonces fw^o sacro. Empero no dejan de estrañarse ciertas rarezas en el caso que referimos. Generalmente en la gangrena seca ó espontánea no hay la salida de líquidos putrefactos que dio por resultado la operación de Algeciras , ni comienza la mortificación por encima del maléolo, ni la lesión local del sistema circulatorio es lo mismo que diferentes ramificaciones afectadas sucesivamente. El razonamiento de los estados morbosos es bien difícil cuando hay que atenerse á la relación vulgar de los enfermos, no corroborada por la observación. La falta de la acción vivificadora de la circulación arterial no ocasiona siempre una desecación tal , que no presente á veces ciérta mezcla de esa especie de fundición de tejidos qué acontece en la gangrena húmeda ; así es que en la historia de la espontánea se encuentran casos en los que la epidermis está levantada por secreciones acres y fétidas, y en los que la anatomía patológica ha encontrado focos purulentos del tamaño de una nuez entre las partes blandas que no estaban enteramente mortificadas, según refiere Mr. Francois en su Essai sur les gangrenes sponíanées, y en la observación de un niño al que amputó la pierna derecha atacada de gangrena espontánea. Además , pocas veces se circunscribirá tanto la lesión arterial que no se acompañe de alguna en el sistema venoso, yes sabido desde las investigaciones de Mr. Godin, confirmando las de Sauvages y de Bouillaud sobre la producción del edema, que la interrupción del círculo arterial deseca las partes esfaceladas, al paso que la venosa las infiltra y reblandece. La mortificación, en la mayoría de las gangrenas espontáneas, empieza generalmente por los dedos , que se ponen negros y secos, y en nuestro enfermo apareció la primera mancha sobre el maléolo esterno. También Begin observó en Metz lo mismo en un anciano , en quien comenzó el ennegrecimiento por la cara esterna del tarso; y Marjolin refiere dos casos iguales ( Diction. de Med, et de Chir, pralique, tomo IX, pág. 15).